@juannutt
Cada vez que comenzaba el año escolar, mi papá
diligentemente se reunía con mis profesores para explicarles los conceptos
básicos del golf y los múltiples beneficios que tenía esta actividad tan poco
conocida que me hacia perder tantos días de clase al año debido a los entrenamientos
y competencias. La primera de todas las virtudes que le gustaba exponer era la
toma de decisión: Cada vez que un golfista llega al tee del hoyo uno se
enfrenta a un nuevo reto, 18 hoyos donde encontrará muchos problemas que
resolver, muchas decisiones que tomar, muchas emociones positivas y negativas
que manejar… y al final, la mejor forma de enfrentar esa aventura es ocupándose
del golpe que se está ejecutando, o mejor dicho, del presente, porque el golf
no es un deporte de reacción ni de velocidad, si no que mas bien el golfista
tiene mucho tiempo para pensar en lo que esta haciendo y el resultado que está
obteniendo, lo que lo hace aún más difícil. Es una competencia contra uno mismo,
donde el único obstáculo es la cancha en la cual estás jugando a la vez contra
otros jugadores que tienen el mismo problema que tu, y el ganador será quien
logre resolver ese recorrido de la forma más eficiente, y digo eficiente porque
una sola decisión errada puede costar muy caro en el resultado final. Durante
el tiempo que transcurre entre cada golpe es muy fácil caer en la trampa de dejar
que los pensamientos negativos y la ansiedad te distraigan, agravado por las
trampas que visualmente encuentras en el campo como lagunas, arboles y bunkers,
es por esto que la actitud con la cual se ejecuta cada golpe es tan importante
ya que incidirá directamente en el resultado final. El peor error que se puede cometer
es ejecutar un golpe con indecisión, donde la mente y el cuerpo no están
alineados en un objetivo final… “ahora, imagínese ese ejercicio mental durante cuatro
horas en 18 hoyos” concluía mi papá frente a los profesores…